“Un lugar en silencio: Día Uno”: El valor del silencio en el cine de terror con Lupita Nyong’o [RESEÑA]

En Un lugar en silencio: Día uno vemos los orígenes de este mundo distópico, en donde Sam (Lupita Nyong’o), una paciente con cáncer, yendo a Nueva York, es testigo de una peligrosa invasión alienígena que acaba con el mundo. Los monstruos son ciegos, pero sus tendencias violentas se disparan cuando escuchan cualquier sonido. Para asegurar su supervivencia, deberá confiar en un grupo de extraños, entre ellos un abrumado abogado inglés (Joseph Quinn), más su querido gato, Frodo. Ante todo, deberán entender el valor del silencio.

No regresó el director de la primera cinta, John Krasinki, quien fue la mente principal detrás de la franquicia. El enfoque pasa de una familia aislada en un ambiente rural a un grupo disparejo de extraños en la bullosa y ocupada Nueva York. En sí, enfocarse en la ciudad sonámbula para que estos monstruos mudos ataquen es una opción inteligente, pese a que la Gran Manzana ha aparecido hasta en la sopa en las películas de aliens.

Algunas ideas ofrecidas son sugerentes, interesantes, pero a veces el guion puede sentirse que solo pasó por su primer borrador. Algunos de los objetivos y deseos de los personajes pueden parecer hasta egoístas y superfluos, considerando la urgencia del contexto. En cierta forma, hay decepción de que se haya abandonado la premisa del silencio de la primera cinta para añadir escenas estereotipadas de acción, pero es comprensible al ser los inicios de este mundo. Los monstruos toman un papel secundario a las peripecias de los personajes principales; en teoría, enfocarse en los protagonistas sería lo lógico, pero no llegamos a descubrir tanto los orígenes sobre este mundo, al menos como nos hubiera agradado.

Tal vez no sea la precuela más demandada, pero ofrece entretenimiento y tensión.