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Carlos Añaños: "Ayacucho está por descubrirse al mundo”

“El primer hombre del Perú y América vivió en Ayacucho, hace 20 mil años. Esa región es un libro abierto de 20 mil años que aún está por desempolvar. Y no por algo el primer imperio del Perú es Huari, que tuvo una gran expansión”, reflexiona sobre su tierra natal.

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Fecha Actualización
Vive fuera del Perú desde hace 18 años, de los cuales lleva 14 en Madrid, desde donde viajó para llegar a Lima el último lunes, a las 5 de la mañana y dos horas más tarde partir a Ayacucho. Cuando pisa su tierra es feliz porque siente el cariño, bondad y amabilidad de su gente, pero también sabe que hay muchas cosas por hacer.
De niño quiso ser militar, pero finalmente estudió Ingeniería Industrial en Lima. Su padre y su hermano mayor empezaron la exitosa historia empresarial de los Añaños, mientras tanto a Carlos le pagaban su jornal. Eran 15 personas en la empresa y a las 4 de la mañana salía a vender su producto. “No había espacio para gerentes. Fui obrero con mucho orgullo”, sentencia.
Por casi 20 años estuvo al frente de la empresa y desde el 22 de junio de 2017 lidera el Patronato Pikimachay, que pretende poner en valor a su tierra natal. Precisamente, el martes lanzó la Marca Ayacucho, que busca consolidar su identidad; lograr denominaciones de origen, como la quinua y la vicuña; construir marca certificada de calidad, en productos y artesanías; y potenciar el turismo.
Ayer, un día antes de retornar a Madrid, nos recibió en una oficina de un décimo piso. A través de una ventana del tamaño de una pared, miró al horizonte y solo vio edificios, el cielo gris de Lima y más edificios. “En Ayacucho puedes ver al infinito y no verás nada diferente a la naturaleza”, resaltó sobre la riqueza de su tierra, aquella que está redescubriendo.
¿Se está encontrando con su región?
Absolutamente. Cada día me siento más perdido de lo que yo sabía que era Ayacucho. He descubierto cosas maravillosas. Tuve la suerte de ir a Andamarca, a unas cinco horas en coche de Huamanga, y hemos visto los andenes preíncas, que son los únicos que aún están en uso, donde la gente cultiva. También estuve en el valle del Sondondo, donde vi unos 40 cóndores volando a dos metros de mí. Otra maravilla es el volcán Pacha Pupum, que quiere decir el ombligo de la tierra, a 4,100 m.s.n.m. Lugares mágicos.
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¿Diría que hoy se siente más ayacuchano que antes?
Siempre estuve orgulloso de ser ayacuchano. Pero hoy lo veo con más objetividad y serenidad. Imagínate una pecera linda y ves adentro un pececito rojo nadando. La pregunta es: ¿el pez ve el agua? Eso nos pasa mucho: los peces no ven el agua y eso a veces nos ocurre a los ayacuchanos, que no vemos esa belleza cuando se vive ahí. Creo que de niño era como ese pez nadando.
¿Y cómo era ese niño?
Feliz, en libertad, vivía en el campo, respiraba aire puro. Mis padres tenían una chacra. Pero a los 13, 14 años, en el 82, los terroristas atacaron el valle. Quemaron muchas tierras, mataron gente.
¿Cómo resistieron a esa época de violencia?
No lo resistes, te tienes que adaptar. Por ejemplo, las fiestas eran del mediodía a las 4 de la tarde, porque a las 5 p.m. empezaba el toque de queda.
¿Qué tan de cerca vivieron la violencia?
Transportábamos los productos que producía mi padre, como papa, choclo, zapallo o verduras. Una vez, llegamos al control de policía y nos esperaban con ráfagas de fusiles, metralletas. Paramos el coche, nos tiramos al piso y pasamos la noche debajo del camión, sin ir al baño. Yo tendría 13 años. Terminabas orinándote en el pantalón. Pero no culpo a la Policía.
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¿Y los terroristas?
Ya teníamos la marca Kola Real y estábamos haciendo una rifa de TV y radio. Yo iba conduciendo la camioneta, tenía 18 años, y los terroristas me pararon en la noche. Sientes un frío en las piernas, ves en los cerros a todos apuntándote. Yo hablaba quechua. Les hablé y eso hizo más fluido todo. Fueron 15 minutos de turbulencia emocional muy dura. No sabes si vas a salir vivo.
¿Es cierta la historia de que usted empezó como obrero en la empresa de su padre?
Claro. Cuando mi padre y hermano mayor empezaron, me pagaban el jornal de obrero. Éramos 15 personas en la empresa. Cuando eres emprendedor tienes que ser portero, obrero, gerente, todista.
¿Hasta ahora se siente emprendedor?
Sí. La vena del emprendedurismo no se deja.
Y ahora Ayacucho es su nuevo emprendimiento. ¿Por qué dedicarse a su región?
Muchos nos preguntamos ¿para qué estamos en este mundo? La respuesta más común “es quiero ser feliz”. Los últimos dos países en los que tuve la suerte de trabajar y abrir la empresa fueron Madagascar y el Reino de Bután. Eso fue en 2016. Ellos no miden como índice de desarrollo el Producto Bruto Interno (PBI), sino la Felicidad Interna Neta. Su índice es cuán feliz eres y no cuánto dinero tienes. El dinero calma las tensiones, pero no da felicidad. Ahí empezaron mis reflexiones internas. Ellos miden en nueve puntos los índices de felicidad.
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¿Cuáles son los índices de felicidad de Carlos Añaños?
Primero la salud. Luego tener una familia linda, vivir cómodamente. Hemos sido muy trabajadores. Pero también está el de dónde eres, quién eres, adónde vas, qué hiciste en tu vida, qué aportaste a la sociedad. No se trata de regalar plata, sino de enseñar.
¿Dónde está la riqueza que Ayacucho debe mostrar al mundo?
El primer hombre del Perú y América vivió en Ayacucho, hace 20 mil años. Ayacucho es un libro abierto de 20 mil años que aún está por desempolvar. Y no por algo el primer imperio del Perú es Huari, que tuvo una gran expansión.
¿Con qué Ayacucho sueña?
Uno libre de anemia y desnutrición, donde la educación sea para todos, donde el arte y la biodiversidad se pongan en valor. Y que mi pasar y esfuerzo, que es minúsculo en esto, ponga un punto de inflexión a una mirada diferente sobre el futuro de Ayacucho. Sueño con un Ayacucho feliz. Un Ayacucho que está por descubrirse al mundo.
Autoficha:
- “Soy Carlos Enrique Añaños Jerí. Nací en San Miguel, La Mar, Ayacucho. Tengo 52 años. Estudié la primaria en el Colegio Único de Varones de San Miguel, luego en el Mariscal Cáceres de Huamanga. En Lima estuve en el Guadalupe y seguí Ingeniería Industrial en la Universidad Ricardo Palma”.
- “He hecho infinidad de programas, posgrados, entre ellos seguí un curso maravilloso con Michael Porter en Harvard. El que se esfuerza triunfa. Cuando tomas una clase con él, solo te queda decir: la única manera es que te tienes que romper el alma para lograr el éxito”.
- “El patronato Pikimachay representa a la sociedad civil, sin interés económico ni político. Solo queremos ayudar a cambiar la dirección de Ayacucho, que sea reconocida en alguna categoría por la Unesco. El gobierno, las autoridades locales y el patronato queremos un Ayacucho diferente”.