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Columna vertebral: ¿Niña veneno para siempre? [Opinión]
Tilsa Otta regresa después de 7 años con Antimateria, gran acelerador de poemas, publicado en Argentina en 2014 y cuya edición peruana acaba de aparecer.
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De aquellos poetas surgidos dentro de la llamada generación Post-2000, quizá una de las de obra más curiosa y original sea Tilsa Otta (Lima, 1982). En 2004 publicó un estuche de color rosa que contenía varios poemas, agrupados bajo un enigmático título pop: Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo. Estos textos llamaron la atención de la crítica y de los lectores por el protagonismo de personajes del mundo infantil y adolescente que, dentro de su aparente carácter tierno e inofensivo, encarnaban una visión desesperanzada, cruel y solitaria de la existencia.
Si bien no todos los poemas de Mi niña veneno… eran logrados, varios sí poseían una inusual intensidad y una estimable capacidad imaginativa que dejaban entrever a una autora de interés y con las armas como para edificar, a futuro, una obra sólida y personal.
En 2007, Otta publicó su segundo poemario, Indivisible, con el que pretendió entregar una propuesta más madura, donde la maligna ternura del primer libro daba paso a la ironía, al aprendizaje de la sexualidad y a la complicidad con los cuerpos amados tanto en las tardes de entrecasa como en las noches improbables.
Sin llegar a ser fallido, Indivisible carecía de la frescura de su ópera prima y no significaba un mayor progreso frente al universo propio y los logros previamente alcanzados. Era, en el mejor de los casos, un libro de transición.
Siete años después, la poeta regresa con un nuevo libro: Antimateria, gran acelerador de poemas, publicado el año pasado en Argentina y cuya edición peruana acaba de aparecer.
Aparentemente el concepto de Antimateria se distancia de los dos poemarios anteriores: las composiciones giran en torno a referentes científicos y místicos que son empleados con el afán de dotar de mayor trascendencia al discurso coloquial y lúdico que distingue a la poesía de Otta.
Sin embargo, este concepto y las referencias utilizadas se quedan en lo epidérmico. Así, más que motivos para entablar un diálogo con otras disciplinas, son apenas pretextos para echar a andar los juegos de palabras y artilugios de costumbre.
Antimateria, en general, sufre del mismo problema que ya acusaba Indivisible: gran parte de su contenido se basa, más que en un ánimo de poetizar, en el chiste, en la ocurrencia y el ingenio, como sucede por ejemplo en el poema "Felicidad": "yo supe mover mi colita desde siempre,/ no es complicado".
Esta necesidad constante de buscar la complicidad con el lector por medio de la calidez y el humor ligero sacrifica a lo largo del libro varias posibilidades de redondear textos que se anuncian como poemas y terminan siendo simples travesuras. En cambio, cuando Otta se olvida de estos devaneos, es capaz de entregarnos poemas óptimos como "Reflexión final" o "El primer día de sol descubre mi piel…".
Antimateria no consigue ser el paso adelante al que la poesía de Tilsa Otta aspira, sino la continuación de un proceso de aprendizaje que ya se ha hecho bastante largo.
Desde acá deseamos que encuentre el camino que su primer libro prefiguraba, aquel que la mostró como una poeta provista de recursos y de una sensibilidad vigorosa y singular.
SOBRE EL AUTOR
- Tilsa Otta. Antimateria. Gran acelerador de poemas (Editorial Peso Pluma, 2015. s/p).
- Puntuación: 2 estrellas.
- Relación con el autor: Amistad.
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