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Cristhian Pacheco: “Quiero hacer historia para el Perú"

“El día que me retire, quiero dejar historia, que los atletas que vienen detrás, por lo menos, se acuerden de mí”, dice el atleta huancaíno, que ya piensa en las olimpiadas de Tokio 2020.

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Fecha Actualización
Iba corriendo por la avenida Larco y un señor le extendió la bandera roja y blanca. Le pidió que la tome. Giró y se llevó el símbolo patrio. Lo puso en sus hombros y siguió rumbo a la meta. Una escena que muchos vimos en la televisión y otros en vivo y en directo, pero todos compartimos la emoción, con los ojos húmedos y un nudo en la garganta, de un triunfo que el Perú necesita, pero sobre todo del triunfo ante la adversidad, del triunfo pese a todo.
Ese héroe, de 48 kilos y 1.60 de estatura, con una bandera como capa y que iba a paso firme por la avenida miraflorina es el huancaíno Cristhian Pacheco, quien aquella mañana del 27 de julio, víspera de las Fiestas Patrias, nos regalaba una medalla de oro en maratón masculina de los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Frente a su casa, en el distrito de Chilca, en Huancayo, había un grifo que era parte de la ruta de los vehículos que iban a Huancavelica y Ayacucho. Cristhian lavaba carros en esa estación para poder ayudar en casa, donde vivía con sus ocho hermanos y sus padres. “Pasábamos momentos críticos”, recuerda, con voz baja, sobre lo que vivió a los 11 años de edad. Hoy luce contento, pero no satisfecho. Quiere la de oro en una olimpiada. Y corre una de sus carreras más importantes, la de ser padre de una niña de dos años, una maratón para toda la vida.
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La fondista Inés Melchor me dijo que lo que diferencia a las personas del Ande, más allá de las condiciones físicas, son las ganas de luchar. ¿Coincides?
Sí. En Huancayo la mayoría son personas que salen de la pobreza y se dedican a correr porque tendrán más oportunidades para salir a adelante.
¿Por qué corres?
No me gustaba correr. En el colegio me gustaba el fútbol, pero no quería ser futbolista. Quería estudiar. Llegué a seguir Educación Física, pero lo dejé en el segundo semestre y me puse a correr porque veía que corriendo había más oportunidades de salir a adelante.
¿Por qué no te gustaba correr?
Mi idea era acabar el colegio y estudiar. Yo llegué al estadio por mi hermano mayor (el fondista Raúl Pacheco), quien ya corría. “Por las puras estás en la casa, por qué no te das una vueltita”, me dijo. Fui pero no me gustaba.
¿Qué logró engancharte?
Tenía 17 años. En la Universidad del Centro de Huancayo también recibían a deportistas calificados y podías agarrar cualquier carrera. O sea, ganando campeonatos nacionales, podía presentarme a la universidad e ingresar. Pero pedían diplomas y en las nacionales que ganaba me daban medallas.
¿No te creían?
No me creían. “Tienes que tener diploma”, me decían. Iban a evaluarlo, pero finalmente no me aceptaron. Y dejé de correr.
¿Sientes que no han confiado en tu capacidad?
Mi familia sí ha confiado en mí, porque lo que me propongo tiene que salirme sí o sí. Cuando empecé a correr, a los seis meses comencé a ganar campeonatos nacionales en menores. Tendría unos 16 años.
¿En esa primera carrera, luego de ganarla, le agarraste el gusto a correr?
Todavía. Entré a correr porque quería ingresar a la universidad. Mi objetivo era ese y dejar el atletismo. Como no ingresé, me quedé renegando y triste. De los 17 a los 20 años dejé de correr. Me dediqué a estudiar Educación Física en una universidad particular.
¿Por qué volviste?
Porque mi hermano (hoy tiene 40 años) me dijo que pruebe. Volví, entrené y a los dos meses vine a Lima a competir en 10 mil metros planos, clasificatorio para el Mundial de Barcelona. Estaba ganando y llegué en tercer puesto, y solo los dos primeros iban. Entonces, empecé a entrenar con más ganas. Ahí tomé las cosas en serio.
Y llegaste al 27 de julio corriendo por la Av. Larco con una bandera peruana en brazos, rumbo a la victoria.
Dos semanas antes de que sea mi participación yo ya sabía que iba a ganar.
¿Cómo así?
Uno se traza ese objetivo. Tú ves el entrenamiento que llevas en comparación con los demás. El esfuerzo del día a día te llena de más confianza. Me sentía seguro, al 100%, de que yo iba a ganar, porque faltando dos semanas había salido la lista de quienes iban a participar y uno por uno los empecé a analizar. De quien estuve pendiente fue del mexicano que se apellida como yo, Pacheco. Él llegaba con mejor marca.
Cuando tomas la bandera, ¿qué piensas?
Estaba contento, alegre. En el cuerpo llevas toda la adrenalina. Pero cuando logré el oro, no he celebrado tanto porque mi objetivo es más grande: puede ser Tokio 2020 o en la siguiente olimpiada. Aún no he llegado al 100% de mis objetivos para poder celebrar.
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Tu gran objetivo es oro en una olimpiada.
Exactamente, que depende, además del entrenador y el deportista, del apoyo que tengas, de la inversión que se haga en el deportista. Conmigo no han invertido. Si he ganado el oro, es gracias a mi esfuerzo, a mi dedicación, a mi familia y a mi entrenador.
¿Qué apoyo necesitas para las olimpiadas?
Tener una alimentación más adecuada, un doctor, un fisioterapeuta, un masajista, un nutricionista. Los que tenemos son para 100 a 200 deportistas. Para una olimpiada tiene que haber una mejor inversión: el psicólogo, el doctor, el masajista tienen que estar las 24 horas con el atleta.
¿Ya te gusta correr?
Claro. No corro por un beneficio para mí, sino porque quiero hacer historia para el Perú. El día que me retire, quiero dejar historia, que los atletas que vienen detrás, por lo menos, se acuerden de mí.
Y en la carrera de ser padre de Luciana Valentina, que ya tiene 2 años, ¿cómo te va?
Nadie nace sabiendo ser papá. Siempre estoy apoyándola en todo. Ya dejó el pañal, empieza a andar sola, es independiente. Pienso que hasta ahorita nunca le he fallado. Uno es el espejo de su hija.
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AUTOFICHA

- “Soy Cristhian Pacheco Mendoza, tengo 26 años. Nací en Chilca, Huancayo, donde vivo. Estudié en el colegio Francisco Bolognesi, luego en el Santa Isabel y ahora estudio Educación Física en la UPLA, en octavo ciclo. También hago prácticas. Pero ya pienso en estudiar Psicología Deportiva”.

- “El atletismo, el deporte se ha vuelto como una droga, porque en etapas de descanso de dos a tres meses el cuerpo pide que trote. Incluso, ni duermes porque hay que trotar. Pienso que siempre estaré metido en el deporte. Estimo que debo haber ganado en unos 70 torneos”.

- “Ahorita estamos pensando en la maratón de Nueva York, que es el 1 de noviembre. Las inscripciones ya se cerraron, pero estamos buscando una invitación. Si no se puede, en diciembre buscaremos ir a Valencia. Y desde ahora ya estamos pensando en Tokio, en agosto de 2020, cuando allá es verano”.