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José-Carlos Mariátegui sobre la obra de su abuelo: “Ayuda a entender el presente y el futuro”

José-Carlos Mariátegui es el director del Centro de la Imagen. Lo entrevistamos.

Imagen
Fecha Actualización
Hay una imagen que ha inmortalizado a José Carlos Mariátegui (1894-1930). Es el retrato de José Malanca, que data de 1928. El pensador luce de perfil, con un fragmento de cabello cayendo sobre su frente, el rostro sereno y determinado y su nariz que apunta hacia donde dirige la mirada. Le pregunto a su nieto qué le dice esa fotografía. “Me habla de un hombre que está mirando al futuro siempre”, responde.
Podríamos afirmar que José-Carlos Mariátegui también mira al futuro siempre. Hace 27 años, cuando el Centro de la Imagen daba sus primeros pasos bajo otro nombre, él empezaba la carrera de Biología en la universidad Cayetano y como alumno propuso dos cursos: sobre la historia de la computación y multimedia. Interrumpió Biología y migró a Matemáticas. Hoy es presentado como científico, teórico de nuevos medios y máster en sistemas de la información. Y en diciembre asumió, precisamente, la dirección del Centro de la Imagen.
¿Y dónde está el arte? En el apellido. En la natural presencia del abuelo y su legado. Su padre médico psiquiatra estuvo vinculado a la Editorial Minerva que fundó el intelectual moqueguano. José-Carlos Mariátegui es el responsable del archivo de su abuelo, que hoy da inicio al curso virtual Para conocer a Mariátegui. Pero el arte también proviene del camino personal, construido desde su vínculo con el videoarte. “Creo mucho en hacer caminos propios”, asegura en una videollamada desde Londres, adonde llegó hace 15 años.
-Estás en uno de los epicentros de la pandemia.
El número de muertos y casos está creciendo, pero hay un sistema de salud, y uno bastante robusto. La salud es un derecho universal. Ese sistema de salud también está encargado de la gestión de las vacunas; aparentemente se implementarán lugares para atender las 24 horas del día. Están en las personas de 80 años.
-Pero leí que el servicio hospitalario estaba por colapsar.
Sí. Por eso dicen que protejamos el servicio hospitalario, que es público. Es una situación bien compleja; por eso hay que quedarse en casa. En Inglaterra, al margen del gobierno de turno, hay una política pública, políticas de Estado, que son las que operan en situaciones como esta.
-¿La ciudadanía colabora?
Sí. No se ve mucha gente en las calles. También hay parques muy grandes y eso ayuda.
-Lo que al Perú le falta: políticas de Estado y espacios públicos.
En Perú hay que recuperar los espacios públicos, que son poquísimos y mal gestionados. Tenemos un problema muy serio en el Perú de no valorar lo público y que el Estado mismo no abogue por los ciudadanos. No es un Estado de ciudadanos; es algo que nos falta desarrollar y exigir. Por ejemplo, en el campo de la educación, está muy bien que haya escuelas privadas y públicas, pero las escuelas privadas tienen que ser de mucho nivel y las públicas tendrían que ser las mejores. Lo que se tiene que hacer en el campo de la educación no es solo cumplir con una educación que llegue a todos sino con una alta calidad, sobre todo a nivel superior.
-El Centro de la Imagen ahora es escuela superior tecnológica. ¿Qué implica?
Ahora se ofrece un nivel de programas de cuatro años, que es como un graduado de bachiller. Te permite acceder de manera más fácil a estudios superiores o maestrías. Es un grado universitario de alguna manera. Involucra más cursos. Y permite que haya dos aspectos que impulso: investigación e innovación.
-¿En Londres cómo está desarrollada la educación en torno a instituciones del corte del Centro de la Imagen?
Tenemos escuelas de arte. Hay un centro muy importante de fotografía. Pero las escuelas de arte tienen una visión no solo en el campo de la investigación, sino también en el impacto que tienen los proyectos artísticos en la sociedad. Por ejemplo, tienes un Royal College que tiene un portafolio de empresas, de startups digamos, que están orientadas en temas de diseño, de creatividad y que cubren todos los sectores de la industria, desde agricultura, medicina, energías limpias hasta construcción. Por eso queremos que se puedan desarrollar proyectos de innovación. Precisamente, estos últimos años he trabajado con el Centro Europeo de Energía Nuclear en una muestra sobre cómo los artistas que van a este centro (donde está el acelerador de partículas) entienden lo que sucede en estos espacios y hasta qué punto pueden aportar analizando el impacto social, cultural que trae el uso masivo de información. Por eso hablamos de tres líneas de investigación: última tecnología para procesamiento y captura de imágenes; investigación visual, que tiene que ver con temas más de investigación sociocultural; y todo este trabajo de imagen y datos. Queremos convertir a los profesionales del Centro de la Imagen en profesionales para el siglo XXI.
-¿El fotógrafo, o el artista, de hoy debe tener en su horizonte el vínculo con la ciencia?
Esto es algo que tiene más de 50 años, cuando se impregnó el arte y la práctica creativa de los procesos tecnológicos y científicos. Cuando se creó el internet era un programita de videoconferencia. Y hablemos de lo que usamos hoy día, es una tecnología que, por lo menos, tiene 35 años; claro, posiblemente ahora tienes chat y algunas cosas más. Solo que ahora es más fácil y todos estamos acostumbrados a usarlo. La tecnología (de hoy) es primitiva, es una pantalla plana. Es más, en mi opinión personal, las tecnologías que usamos ahora están muy atrasadas de cómo el ser humano interactúa digitalmente. Siendo personas altamente sensoriales, hemos perdido la sensorialidad de la experiencia física, y eso te lo podría dar la tecnología. Pero tenemos tecnologías precarias, primitivas: Zoom, Meet, Skype.
-¿Deberíamos sentir y oler?
Quizás oler puede ser más complejo, pero sentir sí, ya hay tecnologías táctiles muy sofisticadas, también volumetrías.
-¿Ya debemos pensar en la teletransportación?
Una transportación proyectada. Skype con Microsolft han hecho trabajos muy interesantes, fascinantes, pero también aterradores, donde usando los lentes de realidad virtual hace que proyectes el cuerpo de una persona en un espacio y puedes grabar esa información; por lo tanto, puedes grabar experiencias más cercanas a la realidad. Al tener a la persona adelante, una persona que ya no está, la noción sobre la realidad y la memoria va a cambiar radicalmente.
-¿Esta pandemia va a acelerar los cambios tecnológicos?
Estamos con tecnologías de 1900. Veremos avances, pero creo que las capacidades del ser humano están mucho más adelantadas, al igual que sus necesidades de consumo de información. Por ejemplo, estos espacios en 3D de las exposiciones virtuales son horribles.
-¿Cuál es la función del arte en una pandemia? A veces pareciera que ninguna, porque no está dentro de las prioridades.
En una pandemia uno está social y culturalmente restringido. El arte y la cultura te dan la posibilidad de expandir ese espacio, te permiten analizar ese impacto. De lo contrario, vamos a vivir dependientes, sobre todo en una época como esta donde nos hemos vuelto muy dependientes de que todo nos llegue de manera digital; nos vamos a volver dependientes de marcas, de mecanismos y sistema automatizados que lo único que hacen es, a partir de una suerte de capitalismo de vigilancia, como bien dice Shoshana Zuboff, extraer nuestros datos, extraer todo el detritus que dejamos en nuestro paso por sitios web. Los artistas tienen que acercarse a los públicos. El problema que muchas veces pasa en el campo del arte es que creemos que con hacer un proyecto y exhibirlo ya está, ahí terminó. Pero no, el trabajo ahí recién empieza. Uno tiene que entender cómo las personas y observadores interactúan con eso, y sobre eso entender y aprender.
-¿Ello no mecanizaría el arte?, ¿no sería la dependencia del arte a los datos?
Si los mecanismos son meramente automatizados, vas hacia eso. Pero la función del arte no solo es ver el mar de datos, sino profundizar y hacer que la gente reflexione, que se permitan dar nuevas lecturas a formas dominantes. Buscar lecturas paralelas, que se amplíen esos universos. No puedes dejar de usar las armas del enemigo, porque son muy sofisticadas. La muestra de arte no es para tus amigos, es para un público; tienes una responsabilidad pública. ¿Cómo construyes ciudadanía si no tienes datos? Todo el campo de la ciencia de datos es hoy día la lengua franca, y los artistas para poder criticar, cuestionar y proponer necesitan conocer, y conocer rigurosamente.
-El curador Jorge Villacorta me dijo en una entrevista que la imagen es como el reservorio de tensiones psíquicas.
Sí y, además, la imagen siempre tiene un grado diverso de interpretabilidad, por eso la imagen es tan poderosa, por eso se usa para el bien y para el mal. El desarrollo más interesante que se ha dado en los últimos años en el campo de las tecnologías de consumo masivo son las herramientas visuales, como Instagram, TikTok.
-¿La obra de tu abuelo ayuda a entender el presente?
Sí y el futuro (alza la voz). Mariátegui murió a los 35 años. Era un hombre con una mentalidad muy fresca, muy curioso. Siempre con ganas de pensar en lo nuevo. Aunque no había Internet en esa época, él usaba los medios de la forma más eficiente posible. En el Archivo Mariátegui hemos hecho algunos análisis de datos y te das cuenta no solo de su nivel de producción, sino de su capacidad sistemática, no solo en la creación intelectual, sino en el campo del emprendimiento. Él no solo veía el proyecto político, también lo editorial, la revista como una plataforma. Él con Internet habría volado seguramente. Es un personaje que siempre debió motivar el cambio, por eso sigue siendo tan leído y todavía tiene nuevas lecturas. Cambió el periodismo, cambió las relaciones culturales, hizo una editorial (Minerva) que produjo 40 a 60 publicaciones en muy poco tiempo. Tuvo muy buen ojo para muchas cosas. Y pensemos que ni siquiera terminó el colegio. Un hombre que tenía una visión heterogénea de las cosas y sabía trabajar con personas de diferente pensamiento.
-Sin embargo, su figura se ha reducido a lo político.
Influenciada por lecturas bastante sesgadas y con Mariátegui uno tiene que ser amplio.
-Si tu abuelo se aparece en Londres, ¿qué le dirías?
Le daría una computadora y lo pondría a pensar al toque (ríe).
AUTOFICHA:
- “Nací en Lima, tengo 45 años. Estudié Biología y luego Matemáticas. Pero no terminé Biología, y sí me gradué en Matemáticas. Vivo entre Lima y Londres desde hace 15 años. Lima y Londres solo se parecen en que las dos empiezan con L; una te ayuda a contrastar a la otra”.
- “Muchos quisiéramos tener una mínima parte de ese grado de capacidad intelectual, de voracidad como lector, de curiosidad como niño (que tuvo José Carlos Mariátegui). Por eso nos inspira tanto su figura. Su presencia (en mí) siempre fue muy natural”.
- “Este año 2021, además de dirigir el Centro de la Imagen, estoy colaborando en un plan para el segundo piso del Museo de Arte; y vamos a hacer una compilación de textos sobre historia de la cibernética en América Latina, un proyecto que lo estamos haciendo con una revista en Inglaterra”.
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