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¿Qué nos quiso decir “Dark” con su enredada trama y su sencillo final? [Alerta de spoilers]
Quizás, esta es la paradoja más bonita de la serie: lo que existe, existió y existirá traspasando tiempo y espacio es el amor; y el amor siempre salva.
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La serie alemana Dark, una producción original de Netflix, ha mantenido en vilo a miles de personas con su enrevesada trama. Muchos hemos tenido que mirar cada capítulo con lápiz y papel en mano para ir completando los árboles genealógicos de los personajes y así entender realmente frente a quiénes estábamos en nuestras pantallas.
Pero lo que hace a Dark más compleja son los múltiples espacios temporales que necesitamos seguir con muchísima atención para comprender la historia y las conexiones que existen entre los habitantes de Winden. Apuntar los años clave como 1986, cuando Mikkel Nielsen regresa en el tiempo y conoce a la que será su esposa, Hannah Kahnwald; o 1953, cuando Ulrich Nielsen viaja a 1953 y se topa con Hegel Doppler, el asesino de su hermano; o 2052, año en que todo Winden ha sido destruido, solo quedan cenizas y Elizabeth Doppler está a punto de colgar a Jonas Kahnwald, el protagonista.
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Y para terminar de enrevesarlo todo, en la tercera y última temporada, los creadores de la serie Baran bo Odar y Jantje Friesese decidieron sumar una dimensión alterna a la trama, lo cual hace que todos los personajes y tiempos se dupliquen. ¿Suena complicado? Lo es solo un poco. Pero, en realidad, esta loca historia de viajeros del tiempo nos habla de temas que ya se han venido planteando en la ficción desde hace siglos, pero que siguen fascinando a la humanidad debido a la imposibilidad de conocer todas las respuestas que proponen.
Jonas, el muchacho de chaqueta amarilla, emprende sus primeros viajes temporales para intentar salvar la vida de su padre, que se suicida en cuanto empieza la serie. Sin embargo, conforme avanza la historia, su misión trasciende y lucha por regresar a casa para intentar salvar de la destrucción a su familia y amigos, especialmente a Martha, la chica de la que está enamorado (que, por cierto, es su tía).
Estamos hablando de un viajero que, acaso, podríamos comparar con Ulises, el héroe de La Odisea, pues, ambas historias son una metáfora de la vida como un viaje. Mientras Jonas recorre el tiempo, Ulises navega por el mar; Jonas lucha por regresar a 2019 y Ulises, por volver a Ítaca; los pasos de Jonas se guían por personajes más adultos que lo instruyen para que tome determinadas decisiones, la suerte de Ulises depende del antojo de los dioses del Olimpo.
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Lo interesante al momento de comparar a estos dos viajeros es cómo se caracterizan a los enemigos que les toca enfrentar. Quienes atormentan a Ulises son los dioses, unos seres inalcanzables que tienen un poder casi absoluto sobre la humanidad y durante décadas evitan que el héroe regrese a su casa.
Mientras que el mayor problema de Jonas es Adán (que es el mismo Jonas, pero en su versión más anciana). Durante todo el tiempo, el viejo está influenciando directa o indirectamente en cada paso que el muchacho debe dar para que su hogar sea devastado una y otra vez. En buena cuenta, tanto el viaje de La Odisea como el de Dark hablan sobre la libertad.
Ambas historias son muy elocuentes al momento de detenernos a pensar cómo vemos el mundo y a las fuerzas que influyen en nuestras vidas. A pesar de todo el ímpetu y las grandes proezas que Homero atribuye a los hombres de su tiempo, nadie puede tomar las riendas de su futuro, el destino de cada insignificante persona está decidido por Zeus y su cúpula.
Por otro lado, Jonas y Martha están en un bucle temporal donde toman las mismas decisiones una y otra vez y, por lo tanto, su destino se repite de manera incontable debido a que los personajes Adán y Eva (que son Jonás y Martha en sus versiones más ancianas) están moviendo los hilos para que las cosas ocurran así. Sin embargo, llega un punto en el que gracias a la inteligencia humana consiguen torcer el futuro y salir del laberinto. Esa es la principal diferencia con Ulises, quien debe esperar la concesión de fuerzas externas para finalmente poder volver a casa.
A final de cuentas, nadie tiene la certeza de qué influye realmente en nuestros caminos, quizá, es como dice Forrest Gump: “Yo no sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una brisa. Pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo”.
¿Por qué el destino siempre es el mismo?
Me parece interesante detenerme a mencionar solo un par de las razones por las que nadie de Winden podía resolver el nudo temporal que lleva al mundo al apocalipsis: los secretos y los deseos.
Quizás el secreto más dramático en las familias es el de los Doppler. Hay un momento sumamente álgido en que la joven Franziska revela llena de rabia que su padre engaña a su mamá con un trans que se prostituye en una casa rodante.
Es más, Jonas, en su versión adulta, explícitamente le dice a su madre que la destrucción de la ciudad se debe a la información que nunca se dijo: “Hice todo mal, traté de guardar un secreto, pero es precisamente eso es lo que nos destruye: los secretos”. ¿Quién no esconde nada?
El otro gran motor que empuja a los personajes a asesinar, mentir y robar es el deseo. Y no se trata precisamente de un deseo carnal, sino del deseo de no perder algo importante. Casi al final de la historia descubrimos que la motivación de Eva de insistir en que todo se repita es para que su hijo pueda nacer. Y la motivación de Adán para trabajar por más de treinta años un artefacto del tiempo es el deseo de recuperar a su amada Martha.
¿Qué sucede al final de la tercera temporada de Dark?
Al final de toda la historia, es Claudia Tiedemann, una científica y la primera mujer directora de una planta nuclear en los 80, quien guía a los jóvenes enamorados Jonas y Martha para que ubiquen el origen de todo el enredo. La científica supera a Adán y Eva y descubre que hay una tercera dimensión donde se encuentra el origen de los otros dos mundos.
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El desenlace es sencillo y conmovedor. Jonas y Martha viajan juntos hacia una tercera dimensión. En el camino, entran a un túnel del tiempo en el que se encuentran con sus versiones infantiles y observamos que desde antes de conocerse, a pesar de que vivían en dimensiones diferentes, ya estaban conectados.
Cuando llegan a la dimensión que origina todo el caos, ambos evitan que el hijo del científico HG Tahnhaus muera y, por lo tanto, no fabrica la máquina del tiempo que causa el loop temporal. El hijo siente que Jonas y Martha son dos ángeles, por eso los escucha cuando le advierten que debe volver a casa debido a que el puente por donde quiere pasar está cerrado.
Mientras eso ocurre, los protagonistas, se toman de la mano y se van diluyendo en dirección a las estrellas, pues ya no van a existir. Y esta es, quizás, la paradoja más bonita de la serie: lo que existe, existió y existirá traspasando tiempo y espacio es el amor; y el amor siempre salva.
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