Para las víctimas fue el Apocalipsis. Sendero Luminoso demostró al mundo cuán abominable era su programa y a eso se sumó más tarde el MRTA. La respuesta del Estado comprendió formas diversas, desde las más eficientes hasta las más infames, con el inolvidable, irrefutable, ejemplo de un horno construido dentro del cuartel Los Cabitos. Y en medio, la sociedad civil librada a su suerte, a veces acompañada por alguna iglesia. A las masacres y secuestros se sumó, castrante, la orden del silencio y la impunidad. Por eso era tan necesaria una Comisión de la Verdad y de la Reconciliación. Hatun willakuy es la versión abreviada de su informe final. En su prefacio, Salomón Lerner Febres, presidente de la Comisión, anuncia la gravedad de sus descubrimientos, que significan “horror y deshonra para el Estado y la sociedad peruanos”.
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La cifra de víctimas más probable, establece la CVR, es 69,000, mayor que las estimadas hasta entonces, y el primer responsable es SL. Tres gobiernos enfrentaron el terrorismo y varias veces recurrieron al terrorismo. Durante el régimen del demócrata Fernando Belaunde, las Fuerzas Armadas perpetraron un alto número de desapariciones forzadas, acaso el mayor porcentaje. La responsabilidad de los otros dos no es menor. El prefacio de Hatun willakuy denuncia clara, abrumadoramente “un doble escándalo: el del asesinato, la desaparición y la tortura masivos, y el de la indolencia, la ineptitud y la indiferencia de quienes pudieron impedir esta catástrofe humana y no lo hicieron”.
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Este lunes Salomón Lerner Febres recibió un homenaje por parte del Instituto de Derechos Humanos de la PUCP. Profesor de filosofía, Lerner ha sido un maestro para la nación entera y merece ser recordado en las escuelas y universidades. Ha llevado a cabo la ímproba tarea de dirigir una investigación imprescindible, para ilustrarnos sobre nuestra historia contemporánea, sobre esa tragedia que las generaciones recordarán. Y ha sido objeto de acusaciones infundadas por parte de extremistas. Pero el coraje y la sensatez, y aun la elegancia, de Lerner siempre han estado por encima de esas violencias pueriles. A todos los peruanos nos corresponde escuchar la voz de la CVR, difundirla y realizar las reformas necesarias para impedir que la barbarie se repita. Nos corresponde, también, mostrar nuestra gratitud a Lerner y su equipo.
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