El bochornoso desempeño de los congresistas de la Comisión de Presupuesto el lunes último, durante la presentación del presidente del BCR, Julio Velarde, puesto al descubierto por Pe derú21 al día siguiente, debe llamarnos a la reflexión a los electores. Sobre todo, pensando en los próximos comicios presidenciales.
Al Congreso de la República debería llegar lo mejor de nuestra representación política, partido por partido, pues es en el hemiciclo de la Plaza Bolívar donde se discuten y promulgan las leyes que rigen el futuro del país, su ruta hacia un eventual progreso y desarrollo social. Si no es el propio representante elegido, correspondería a sus asesores –que no sirven solo para que les mochen los sueldos– que pongan al día en los temas medulares que se les asignan para legislar en favor del Perú a sus asesorados.
Dicho de esta manera suena seguramente retórico y hasta risible para los más zahoríes o desencantados, considerando la pobrísima calidad profesional, intelectual y hasta ética de la mayoría de los legisladores actualmente en funciones. Pero no está de más recordarlo en circunstancias como las que se vivieron en el Congreso con motivo de la invitación a los ejecutivos del Banco Central de Reserva.
Lo que ocurrió durante esa presentación fue realmente vergonzoso. En el rol de preguntas quedó en grosera evidencia que los integrantes de la Comisión desconocían por completo los conceptos más elementales del funcionamiento de la economía y de las instituciones que la tutelan en el país. Cada pregunta era peor que la anterior, exigiendo respuestas que no eran, ni de lejos, de la competencia del BCR.
Los parlamentarios no se habían dado, siquiera, el trabajo de investigar o consultar cuáles son las funciones de este banco. Y eso, tratándose de funcionarios que se supone van a promover o cuestionar leyes en favor de la economía peruana.
Es, ciertamente, responsabilidad de los partidos que los llevaron a ocupar una curul, pero también de los votantes que no profundizaron en la elección de sus candidatos al momento de sufragar. Porque luego de ser elegidos, y ya sentados en el Congreso, estos personajes no solo hacen el ridículo por su ignorancia supina, que sería lo menos, sino que porque –más allá de lo visto en esta comisión concreta– se trata de quienes elaboran y aprueban las leyes que van a regir el destino de 33 millones de peruanos.