[Editorial] Billete de regreso

Esta semana, los peruanos han podido respirar más tranquilos con la paulatina bajada del precio del dólar, que, luego de romper récords históricos en su ascenso, está bajando de a pocos. Este suave aterrizaje ha sido posible luego de dos hechos políticos importantes: la salida de un premier desestabilizador como Bellido y la ratificación de Julio Velarde en la presidencia del BCR.

Esta es una confirmación de que, además de factores externos, hay una relación causa-efecto entre la incertidumbre política local y la estabilidad de los mercados. Pese a que la nueva premier viene de canteras izquierdistas y antiextractivistas, los gestos democráticos importan, sobre todo en coyunturas como las que vivimos. Y Mirtha Vásquez, mientras estuvo al frente del Congreso de la República, durante el gobierno de transición, tuvo un comportamiento a la altura de lo que el país en esos momentos requería. Lo que se espera ahora es que pase de las buenas intenciones a la realidad y, luego de una rápida fumigación en su equipo ministerial, lo siguiente sea un shock en favor de la inversión, que es el otro pilar para la recuperación económica y, por ende, del empleo, que la ciudadanía y los agentes económicos están esperando desde que el nuevo gobierno entró en funciones.

Si el gabinete Bellido no hizo más que agudizar los conflictos y sembrar mayor confusión y desorden al que ya existía, es momento de pasar a la acción con medidas concretas. Las oscilaciones en el precio de la divisa norteamericana, no lo olvidemos, responden justamente a las dudas o malas decisiones de las autoridades gubernamentales respecto a sus políticas económicas.

La moderación, el realismo que el titular del MEF, Pedro Francke, ha demostrado en su insistencia por la ratificación de Velarde en el BCR han tenido un efecto inmediato en el dólar. Corresponde, entonces, a la premier Vásquez que esa moderación sea refrendada con medidas concretas para sacar del hoyo al país. Con el regreso del billete verde a un nivel de relativa “normalidad” no acaba la historia. El despegue de la economía, tantas veces postergado, es ahora.