Los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas adoptaron por consenso El Pacto para el Futuro, que contó con la aprobación de más de 140 países incluido el Perú. Se trata de un acuerdo global de varios países para abordar los desafíos más urgentes del mundo y una declaración firme del compromiso con el Derecho internacional, los derechos humanos, la lucha contra la pobreza, la desigualdad, las crisis ambientales y el desarrollo sostenible. Se trata de un pacto que se sustenta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
Como ya nos tienen acostumbrados, la derecha peruana y latinoamericana no han perdido la oportunidad para aparecer en el debate público con su trillada teoría conspirativa cargada de bastante populismo nacionalista señalando que todo esto del pacto y de la ONU es un plan diabólico de “un supuesto gobierno mundial que subrepticiamente buscará someter a todos los países bajo un sistema único y socialista”. La retórica de estas posiciones ideologizadas no resiste un análisis serio, de hecho a pesar de que pululan en las redes y que influyen en muchas personas que repiten lo mismo, su posición es marginal y quedan fuera del debate principal de los puntos en común acordados porque el pacto ya fue adoptado, la ONU sigue existiendo y los países van a seguir conversando y tratar de que sus políticas de gobierno y sus acuerdos sigan estas acciones que tratan precisamente del desarrollo sostenible y de mejorar el mundo para todos.
El Pacto para el Futuro no es perfecto, y la misma ONU tiene varios problemas que le toca enfrentar, y especialmente reconoce que faltando seis años para la fecha de plazo de la Agenda 2030 el progreso actual de metas y de los ODS está muy por debajo de lo necesario y solo el 17% estaría en camino a conseguirse. Los ciudadanos siempre deben mirar a sus gobiernos y a los organismos que los agrupan con mirada crítica, pero de allí a llegar a afirmar que hay un solo poder o una sola voluntad en el acuerdo de más de 140 países como sostiene la derecha es descabellado. Una vez más frente a los problemas del mundo debaten desde el sesgo ideológico y fuera de la realidad.
En todo el discurso que han construido sobre una supuesta agenda colectivista, globalista, socialista se aprecia que lo que más les molesta son los consensos globales por la igualdad de género y el compromiso con promover “la tolerancia, asumir la diversidad y combatir todas las formas de discriminación, como el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia y todas sus abominables formas y manifestaciones contemporáneas”. No pueden soportar que más de 140 países lleguen a un pacto sobre ello, por eso tienen que satanizarlo y recurrir al argumento de la soberanía de los Estados, cuando nadie les está imponiendo, y cuando es bastante conocido que a esta derecha de corte autoritario le encanta citar la soberanía frente al derecho internacional, porque saben que este exige que dejen de discriminar, de ser xenófobos, homofóbicos y machistas. No quieren que nadie intervenga en sus territorios cuando se vulneren o limiten derechos humanos. Por eso necesitan tergiversar y asustar a la gente sobre lo que realmente representa el pacto.
Por ello, ante esta reacción algo desquiciada de la derecha es mejor leer la fuente, el mismo Pacto para el Futuro, y seguramente encontrarán aspectos que pueden implementarse de otra manera o que vale la pena criticar, pero bajo ningún punto es una agenda perversa como quieren hacer creer. Revísenla y verán que son acuerdos mínimos por conseguir sociedades pacíficas, inclusivas y justas, y que tiene en su esencia el compromiso de garantizar a las generaciones futuras la oportunidad de prosperar y lograr el desarrollo sostenible. Léanlo completo para que vean cuan delirantes son esas posiciones de la nueva derecha latinoamericana.
