Se ha cumplido un año desde que el Poder Judicial dictó condena de prisión efectiva contra Vladimir Cerrón por el caso Aeródromo Wanka, uno de los tantos procesos de corrupción que tiene a cuestas tras su paso por la región Junín. Fue entonces que el dueño de Perú Libre se rehusó a ponerse a derecho y emprendió la huida.
En estos 12 meses, Cerrón ha circulado por territorio nacional como un ciudadano cualquiera: como si no existiera una orden de captura y, mucho menos, una condena firme en su contra.
Luego de venir publicando tuits casi a diario y convocando por Zoom a eventos con su partido, se ha dado el lujo, inclusive, de mandar un mensaje por redes sociales en celebración de su primer aniversario como prófugo de la justicia.
Hablamos, pues de una incesante actividad visible para cualquiera, menos para los mandos policiales, el ministro del Interior y la presidenta de la República.
Y cada vez que le mencionan el tema a estas autoridades, ofrecen una pronta captura, anuncian que han aumentado la recompensa por ayudar a dar con su paradero, se montan de inmediato aparatosos operativos policiales y hasta la propia Dina Baluarte ha llegado a proclamar que –a él y a las bandas criminales que hoy asolan el país– “le están respirando en la nuca”.
Lo cierto, no obstante, es que del Ejecutivo lo único que tenemos hasta ahora es puro humo (de escape), frases y poses para la tribuna. Algunas gaseosas y otras groseramente fuera de lugar, como lo del audio del agente ‘Culebra’ donde la voz atribuida al titular del Mininter, Juan José Santiváñez, afirma que “ya lo tenemos cercado”. Las extrañas idas y venidas del auto presidencial por el sur playero, por su parte, en fechas que misteriosamente coinciden con las del veraneo de Cerrón en la zona, apuntan a que en esa fuga hay más de un gato encerrado en los armarios de Palacio de Gobierno.
Y si algunos pensaban que el acabose había sido la declaración de un alto mando de la PNP diciendo que soñaba despertar con la noticia de que habían capturado al propietario de Perú Libre, lo último ha sido oír al comandante general de la Policía Nacional, Víctor Zanabria, agregando que Cerrón tenía “bastantes habilidades” en el arte de la evasión y la fuga: todo un Houdini. Es decir, el hombre es un capo y sus fuerzas policiales las inútiles, por eso no lo pueden capturar.
Una vergüenza, por decir lo menos.