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Entre Trump y Sanders
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Hace unos días Gonzalo Zegarra publicó en este diario una columna en la que sostiene que, entre Donald Trump y Bernie Sanders, no está claro cuál sería el mal menor para EE.UU. Amablemente discrepo.
Sanders genera angustia por ser un autoproclamado socialista. Pero más allá de las etiquetas, ¿qué es lo que propone? Su plan se puede resumir en tres grandes ejes: reducir la inequidad con mayores impuestos a la riqueza, bajar el costo de la salud mediante el aseguramiento universal y enfrentar el cambio climático migrando paulatinamente a energías renovables.
Estas ideas son consideradas radicales por muchos, pero en el resto del mundo desarrollado son la norma más que la excepción. ¿Por qué Estados Unidos tendría que ser diferente? Sanders no aboga por un planeamiento central de la economía ni por un estado que domine la producción de bienes, a lo que me opondría. Además, se critica a Sanders por ser un “abierto defensor” de Fidel Castro, pero pongamos las cosas en su contexto. El hoy candidato dijo en una entrevista de 1985 (¡hace 35 años!) que Castro transformó la salud y educación de Cuba, y recientemente dijo no arrepentirse de su declaración. Creo que fue una afirmación desafortunada, ya que ningún fin debe justificar una dictadura. No obstante, Sanders sostiene, sin ambigüedad, que Castro fue un tirano y violador de derechos humanos.
Quien se ha pasado los últimos 3 años alabando autócratas contemporáneos como Vladimir Putin y Kim Jong-un es el mismísimo Trump, quien –más allá de sus relativos éxitos económicos– ha degradado la presidencia de EE.UU. a niveles morales despreciables, separando familias en la frontera, imponiendo una retórica racista y xenófoba y haciendo de la mentira un hábito.
En lo personal, creo que Joe Biden sería una mejor carta de los demócratas para enfrentar a Trump. Pero si se trata de elegir entre este último y Sanders no veo razones para dudar un segundo.
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