PUBLICIDAD
Con todas sus letras
“Un país plagado de violadores nunca saldrá adelante, aunque vaya al Mundial, aunque su crecimiento sea ejemplar, aunque su gastronomía sea la mejor”.
Imagen
Fecha Actualización
Cuando tienes hijas, una parte tuya se siente muy feliz, pero otra odia que hayan nacido en el Perú, país de violadores, el tercero en el mundo. Ser los terceros en este patético mundial es suficiente para crear miles de frases, campañas, reacciones oportunas, denuncias, condenas, marchas. Se viene una el 25 de noviembre y será masiva, como la indignación, en un país que por fin reacciona ante un atávico crimen que hasta hace muy poco era visto como algo casi normal.
Necesitamos leyes severas, pena de muerte, o peor: castración física y amputación de manos y lengua, porque el que quiere hacer daño, usará lo que pueda. La cárcel no es castigo para un psicópata como Julio Salcedo, el peruano que fue descubierto abusando de su hija de dos meses no puede tener prisión preventiva, a personas como él hay que anularlas, sin gastar en procesos judiciales absurdos.
Violadores hay millones, los que cometen el delito y los que juegan con el tema. Estamos en una situación límite y solo nos salva ir de un extremo a otro, hasta que se entienda, en todo el país, que la violación no es un tema anecdótico. Enfrentemos también al que relativiza, al que se burla, al que no recoge una denuncia, al periodista de ATV que insulta a una mujer por usar un hashtag, al locutor de radio Oxígeno que se burla y llama “violines” a los violadores, a los encubridores de las iglesias. Denunciemos a los 16 congresistas que votaron en contra de quitar beneficios penitenciarios a los violadores, con el cobarde argumento de no aceptar la palabra género. Un peruano tan mediocre no puede seguir en el Poder Legislativo porque su ignorancia mata.
La violencia de género se aprende. Por eso era importante trabajar el tema desde las escuelas. Pero el concepto se eliminó de el currículo gracias a la secta “Con mis hijos no te metas” y a los congresistas que creen que una palabra incómoda es más importante que parar esta miseria. La violación se castiga con pena de muerte en Bangladesh, China, Corea del Norte, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Irán, Pakistán, Palestina, Siria, Sri Lanka, Tailandia, Tayikistán, Uganda y Vietnam. No aplicarla suena muy civilizado, supongo, pero un país plagado de violadores nunca saldrá adelante, aunque vaya al Mundial, aunque su crecimiento sea ejemplar, aunque su gastronomía sea la mejor.
Entre el 18 y el 21 de enero tendremos al papa Francisco en Lima, Trujillo y Madre de Dios. Sumémonos a esa millonada de gente que carga letreros de amor y llevemos otro mensaje, más urgente, para que todo el planeta se entere: Perú, país de violadores.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD