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Luis Davelouis: Menos peor
“Cuando el contrato de concesión está mal diseñado se generan costos de oportunidad altísimos de los que nadie nunca habla porque es muy fácil bajarle el pantalón al Estado”.
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uena bien que el presidente Kuczynski o sus ministros digan que van a destrabar las inversiones. ¿Quién puede estar en desacuerdo si se trata, sobre todo, de inversión en infraestructura, en la que tenemos una brecha gigantesca por cerrar? ¿Quién, cuando estas inversiones crean cientos –cuando no miles– de empleos temporales y permanentes, mejoran la calidad de vida de la gente, impulsan la demanda interna y elevan los ingresos del Estado?
Esto, claro, si por "destrabar" entendemos que las partes se sientan de buena fe a estudiar el caso para superar las trabas. Y aquí la buena fe es clave: si quisiste hacerme trampa con leguleyadas, no lo arreglamos con adendas, se resuelve el contrato y te demando. Porque no se renegocian condiciones con el que se quiso pasar de "vivo", no se normaliza la mala fe llamándola "criollada". A veces se espera que el Estado –adendas de por medio– se ponga la mano en el pecho, se meta la otra en el bolsillo y se deje apabullar. Solo en el sector Transportes, las adendas le costaron al Estado unos S/3,000 millones. El Fondo para el Financiamiento de Proyectos de Inversión Pública en Agua y Saneamiento, que beneficiará de manera definitiva y sostenida a decenas de miles de peruanos, costó S/2,000 millones.
Cuando el contrato de concesión está mal diseñado –como en Chinchero– se generan costos de oportunidad altísimos de los que nadie nunca habla porque es muy fácil bajarle el pantalón al Estado. Por eso, quienes negocian adendas deberían tener en la pared de la oficina una lista con los proyectos de inversión en servicios básicos –que no tienen muchísimas familias–, su costo y la foto de esos niños que no tienen agua, luz, colegio, saneamiento o centro de salud.
A ver si así cuidan mejor la plata del Estado.
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