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Mal sabor
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La salida del procurador Jorge Ramírez deja un mal sabor. Hace pensar que el gobierno sacrificará a quien sea para dar la apariencia de haber zanjado un problema. No hay otra explicación para la salida de quien no se reunió con Odebrecht y funcionarios del MEM a escondidas, sino con conocimiento del Consejo de Defensa Jurídica del Estado y del Minjus, que, a su vez, avisó al presidente Vizcarra y al MEF. La reunión fue para intentar frenar la demanda ante el Ciadi que Odebrecht ya estaba preparando. En forma y fondo no había nada malo, pero el gobierno parece no haber encontrado otra respuesta a las críticas más que expectorar a Ramírez.
La salida de Ramírez deja un mal sabor porque parece un intento de dar una falsa sensación de solución y, con ello, calmar las voces de los críticos al acuerdo de colaboración. Sobre todo, cuando la demanda ante el Ciadi no solo recae en el ámbito de trabajo de la Procuraduría ad hoc, sino que ha evidenciado una falta de comunicación entre esta, los fiscales y el gobierno para abordar el enredo con Odebrecht de forma integral y no por cuerdas separadas. Estos tres sectores, desde sus responsabilidades, están involucrados directamente en las distintas acciones de sanción contra la empresa, pero parecen no dialogar.
He apoyado varias veces las acciones del equipo especial Lava Jato y de la Procuraduría, pero eso no es razón para dejar de llamar la atención sobre la ausencia de un liderazgo que vele unificadamente por los distintos intereses del Estado. En esto tiene mucha razón Ricardo Uceda cuando afirma en su columna del martes que el gobierno no puede seguir actuando como si no fuera su problema lo que hacen o dejan de hacer los fiscales y la Procuraduría. Lo mismo entre estas dos instancias. Lo que se necesita es más liderazgo.
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