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Mónica Delta: Arranca... ¡y pon primera!
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Entre enero y junio del 2015 han muerto, por accidentes de tránsito y atropellos, 1,482 peruanos. De esa sangre derramada en las pistas, desglosamos así: de 0 a 5 años, 92 fallecidos; 6 a 12, 57 y, de 13 a 18, 68. Cifras escalofriantes que representan cientos de familias quebradas, rotas, con futuros truncados y, en muchos casos, con muertes de seres queridos que no llegaron, siquiera, a la edad preescolar.
En seis meses hemos tenido 47,708 accidentes. En total, 28,517 heridos. Estas son las cifras que maneja la Policía. Se ha analizado, hasta el hartazgo, en todos los niveles, el gravísimo problema que representa la falta de educación vial nacional. Hemos discutido, otras tantas veces, las responsabilidades institucionales de la Policía, del Ministerio del Interior, la Fiscalía y el Poder Judicial. Hasta el cansancio se percibe, una y otra vez, muy poca voluntad política para reformar el sistema de seguridad vial. Los alcaldes y gobernadores se ocupan de este problema como si fuera ajeno. El gobierno, como si fuera municipal o regional.
¿Adónde vamos? A la explosión emocional en un país que no se identifica a sí mismo como orgánico, seguro y justo. ¡Haga cada quien lo que pueda! Frase que nos persigue como letanía interior, porque no tenemos dónde. Al igual que el Chapa tu Choro y Déjalo Paralítico, la gente que pierde a sus seres queridos de manera tan absurda evidencia una sobrecarga de violencia, provocada por la falta de acción institucional, que amenaza con convertirse en toma de justicia por mano propia. No encuentra un Estado que lo proteja y sancione a los irresponsables.
Estoy convencida de que, si en el debate electoral exigimos a los candidatos ideas claras y factibles para afrontar seriamente la inseguridad provocada por el avance de la criminalidad y la inseguridad vial, los problemas sociales y económicos se reducen a la mitad. Así recobraríamos la confianza en el futuro. De no hacerlo, estamos regresando al código de Hammurabi, en la antigua Mesopotamia: "Ojo por ojo, diente por diente" (1728 a.C.).
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