Mónica Delta: Dinastía

Fecha Actualización

22/08/2019 - 22:55

Para cualquiera, los pasivos familiares pesan como una mochila repleta de piedras, pero para quienes manejan el poder o pretenden hacerlo pueden significar su Waterloo.

Un repaso rápido. Los líos de los hermanos de Alejandro Toledo, su 'aleonada' esposa, y los consanguíneos de Ollanta Humala, comenzando por su otrora compañero combatiente etnocacerista Antauro, sentenciado por la muerte de policías, a quien después de sucesivos escándalos carcelarios pudo domar en el tercer año de su mandato.

Al presidente, que trataba de aprender a gobernar, le costó el distanciamiento con sus padres, quienes llegaron a asegurar (Isaac Humala) que la responsable del cambio de su hijo gobernante era Nadine Heredia "por estar borrachita de poder".

A estas alturas ese protagonismo de la primera dama le cuesta muy caro al jefe de Estado y en el futuro cercano, tras su inmolación en el caso agenda 'Solo para mujeres', puede resultarle irreversible.

El turno familiar apunta al benjamín de los Fujimori, Kenji, quien, a consecuencia de un tuit (escrito por él o por su padre, ¿quién sabe?), ha disparado en la línea de flotación de su hermana candidata. Keiko no podía imaginar que el heredero político de Alberto entregara, en bandeja, la bala de plata a la oposición.

Esta vez, asuntos familiares pueden acabar con una campaña que la primogénita de los Fujimori había cuidado con aparente éxito por tanto tiempo. Ella cometió el primer error al decir que en el 2021 no habría nadie con apellido Fujimori candidateando. ¡Claro que no! Si Keiko se convirtiera en gobernante nadie de su familia podría postular, y si fuera derrotada se cerraba las puertas a los 40 años para volver a intentarlo.

Pero la respuesta de Kenji, que perdió la oportunidad de quedarse callado, cargaba plomo. La decisión es mía: "Solo en el supuesto negado de que Keiko no gane la presidencia yo postularé el 2021". Un autogol que le puede costar a su hermana, el próximo 5 de junio, la victoria electoral. ¡Así es la política, Kenji! Ya deberías haberlo aprendido.

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