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Mónica Delta: Seducción real
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¿Quién no ha soñado con el encanto de un apuesto rey y la belleza de una joven reina? Todos, en algún momento de la vida. Nuestro mandatario y su esposa no son la excepción. Observar la fascinación de Ollanta y Nadine en el Palacio Real de España confieso que me conmueve. Imagino que vuelven a sentir las cosquillas de la seducción juvenil. Quizá sueñan con ese poder de las monarquías, que no se eligen, sino que se heredan. Diera la impresión de que los pasillos de la realeza recargan sus afanes de encontrar culpables de "todas sus desgracias" y, sobre todo, de las de su amada, a quien en el Perú, según sus palabras, "siguen destrozando".
Puedo entender que esos techos enormes, esos vestidos de hadas y esos collares luminosos cruzando sus pechos tienen un efecto catalizador en la memoria inmediata de nuestro gobernante. Imagino que esa abstracción de su realidad lo aventura a arremeter, una vez más, contra los "odiosos" periodistas que le recuerdan que, por su falta de liderazgo y eficiencia, el país está creciendo menos de la mitad de lo que debería; que la inversión pública está parada y que la privada está más lenta que una tortuga.
Esos comedores enormes, con mesas interminables, repletas de príncipes, copas, cubiertos y manteles elegantísimos, ayudan a no pensar en las amigas que prestan tarjetas de crédito o pagan costosos viajes a la Riviera Maya. Estoy segura de que nuestro presidente insiste en que no hay que meterse en esas pequeñeces. "Es un asunto entre señoras", dice. Se enoja y pregunta: ¿quiénes se han creído estos congresistas para investigar a su esposa? Es una comisión "ilegal" que lo único que busca es "perseguir" a su compañera de vida, grita Humala. Bueno, presidente, le tengo una mala noticia. Hasta en las monarquías, como la española, procesan a los parientes y les quitan todos los privilegios por involucrarse en actos de corrupción. Pregúntele a la infanta Cristina, que ha ido al banquillo por cooperadora de fraude a su esposito Iñaki, que resultó ¡una joyita! Sucede hasta en las mejores familias.
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