Al César lo que es del César

En el Perú avanza a buen ritmo el proceso de vacunación, de soslayo y a la sombra de una campaña enrarecida por la crispación y el enfrentamiento histérico. Tan histérico que dos recientes anuncios del gobierno no han recibido la atención que ameritan.

La semana pasada se firmó un nuevo contrato para la compra de 12 millones de vacunas de Pfizer, con lo cual nos aseguramos 60 millones de dosis hasta fin de año, cantidad suficiente para vacunar a toda la población. Pero, además, el sábado se anunció que se alcanzaron dos millones de vacunaciones entre primera y segunda dosis (casi un millón y medio de personas vacunadas). La gran mayoría de ellas fue vacunada el último mes, a medida que llegaban las nuevas adquisiciones. Eso quiere decir que el problema, antes que logístico o de capacidad, era de falta de vacunas. Las vacunaciones diarias han ido subiendo hasta llegar a 31 mil ayer. Sin embargo, para cumplir la meta del gobierno de cinco millones para julio, se debe vacunar a 45 mil personas a diario. Esperemos que se alcance ese número en los próximos días.

Quien llegue a Palacio tiene la mesa servida: las vacunas compradas y la logística montada. Por lo tanto, insistir en la adquisición o la logística de las vacunas como propuesta de campaña es caer en saco roto; los candidatos deben explicarnos más bien cuál es su estrategia integral contra un virus que, como proyectan los científicos, ha llegado para quedarse dos o tres años más.

Qué duda cabe de que Sagasti está haciendo una buena gestión. Qué diferencia con su antecesor, quien escondía su pobrísima gestión en sus pantomimas de lucha anticorrupción y en sus alocuciones televisadas, mientras la indolencia, la corrupción (Vacunagate) y los sesgos ideológicos nos hacían perder la batalla contra el virus. Errores se han cometido, como no prever la magnitud de la segunda ola, pero estos se han tratado de corregir en el camino, con base en la evidencia y la ciencia. Al César lo que es del César.