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Terapia en pandemia
A veces un simple estado en WhatsApp puede ser un pedido de ayuda. Esto es Corazones Parchados.
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Cuando el coronavirus llegó pensé en suspender mi terapia ante la ligera calma que me tocó afrontar, pero pocas semanas pasarían para que el encierro y ciertas presiones me hicieran conectarme por videollamada con mi psicóloga Janett Cuyutupa. La verdad, dudaba de la efectividad del sistema. Pero así como me acostumbré al teletrabajo en una, la terapia virtual entró a mi casa sin mayor dificultad.
Entre marzo y la fecha, no sé cuántas veces nos hemos conectado, pero recuerdo que en algunas ocasiones mi mensaje por WhatsApp fue: “Estoy desesperada, te necesito”. Y en otras fue peor: “Ya no puedo más”. Mi doctora encontraba el horario para escucharme, y así como en noviembre de 2019 me ayudó a sobrevivir al dolor de perder a la persona que quería ahora me orientaba sobre los pasos que debía dar para no sentir culpa por acercarme a ese mismo amor, con las precauciones que el corazón debe tomar. “Yo dije que nunca más, y mira lo que ha pasado”, le comenté, mientras ella con esa calma parecía no asombrarse quizás porque esperaba que algo así me ocurriera, quizás porque en cada charla estaba presente ella, la mujer que había puesto de cabeza mi vida, y a quien no le tenía rencor sino unas ganas inmensas de abrazarla para pedirle perdón, y perdonarla.
No temo en estas líneas contar que sufro de depresión, lo he hecho en otras oportunidades. No sé si el monstruo se va para siempre, pero en mi vida siempre ha estado, mirando o golpeándome de la peor manera. Una de esas tardes, sin razón aparente, me hundí en la cama sin poder moverme. Era un dolor enorme y sin causa, que iba entre la desesperación y el sueño. De pronto, entró un mensaje de WhatsApp de la psicóloga Antonella Galli, a quien conozco también por esta vía. No sé si mi estado en esta red social o algo que puse en Instagram la hizo saber que necesitaba ayuda. Así fue como Antonella me guió en el proceso de meditar y me dijo que escribiera lo que sentía. Hice los dos ejercicios, y sentí que algo en mí se liberaba, como cuando te sacas ese jean que te ajusta.
Hay que prestar atención a esos mensajes en Facebook, y otras redes sociales que parecen poco importantes. Esa noche yo estaba pidiendo ayuda, y no lo sabía. Gracias, Antonella.
PD: Esta es la canción que describe algunos de los sentimientos que he vivido
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