El fraude electoral en Venezuela en las elecciones presidenciales el 28 de julio, a pesar de todo, ha permitido exponer ante el mundo que las condiciones de miseria y de sufrimiento del pueblo venezolano son reales, palpables y desgarradoras. También nos ha mostrado el talante criminal de Nicolás Maduro, quien abrazó una corriente ideológica perversa como parte de una “creación” del fallecido dictador Hugo Chávez. Por otro lado, la mentira, el engaño, “la trafa”, los asesinatos, persecuciones, torturas, detenciones y desapariciones son los viejos y eficaces “métodos” de los socialistas para apoderarse del poder a cualquier costo.
Alex Kaiser, un activista chileno por las libertades, ha mencionado en una carta dirigida al diario El Mercurio de Chile el 28 de julio del presente año, que en Venezuela se vive una “Catástrofe humanitaria”. Kaiser refiere que “Venezuela tiene 8 millones de refugiados económicos en el exilio (25% de su población), una inflación acumulada de más de 2 millones por ciento, salario mínimo de 3.5 dólares mensuales, indigencia de 52% y pobreza de 81.5%, caída del PBI de 70%, colapso de la producción petrolera de 80%, reducción de 5 años en las expectativas de vida, 50% menos de camas hospitalarias, baja de más de 15% de cobertura escolar y 65% de niños con problemas de desnutrición y más de 10 mil ejecuciones extrajudiciales por razones políticas y miles de torturados”. Una tragedia.
Pero ninguno de los números de espanto mencionados parece sensibilizar a los congresistas que viajaron financiados por la dictadura de Maduro, como Guillermo Bemejo, Kelly Portalatino, María Agüero y otros, quienes ensayan discursos retorcidos con retórica barata para tratar de explicarnos que en el país llanero se vive una verdadera democracia. Los congresistas “shakiros del socialismo” no han visto ni oído que en Venezuela haya una dictadura, claro está, desde los mullidos muebles del hotel de lujo que su dictador favorito les dio. Increíble.
Si a estos personajes no se les mueve una pestaña por el salario mínimo venezolano (US$3.5 al mes), no queremos imaginar cómo tratarían a los trabajadores en el supuesto negado que algún día tengan el poder en el Perú. O que el problema del 65% de desnutrición infantil, el 52% de indigencia o el 81.5% de pobreza sean su prioridad. Todos, Bermejo, Cerrón, Maduro y el otro criminal de Diosdado Cabello coinciden en decir “si tomamos el poder no lo vamos a dejar”. Más claro, ni el agua.
Esperamos que los actores políticos de derecha en el Perú no se conviertan en la “derechita cobarde” de la que habla el señor Abascal de VOX en España, y se pongan a trabajar con seriedad para alejar ese fantasmagórico escenario que los zombis socialistas locales nos quieren imponer. Ya estamos viendo como poco a poco se van radicalizando, así que, manos a la obra. Sí se puede.
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