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Crisis dentro de la crisis
En el tiempo que usted emplee en leer esta columna morirán 80 niños menores de cinco años por causas que podrían ser evitadas. También en ese tiempo se habrá avanzado en el deterioro del planeta.
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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com
Mientras tanto, gobernantes y prensa priorizan la crisis económico-financiera como si ella fuera el problema central de la humanidad. Ni el hambre ni el deterioro de nuestro único hábitat parecen conmover las neuronas de quienes manejan los destinos humanos.
Convengamos en que la crisis de los números en rojo nos afecta, pero en relación con los efectos que puede sembrar –y que, de hecho, ya está sembrando– la destrucción de la biodiversidad, nos hará exclamar, con nostalgia, cuando esos tiempos lleguen: "Qué bien estábamos cuando estábamos mal". Es incomprensible que quienes buscan respuesta a la crisis hayan olvidado que la misma se desarrolla en el interior de un planeta que está ingresando lentamente en estado de combustión. Es como discutir sobre la humedad en los clóset de nuestra casa fingiendo ignorar que los cimientos de toda la edificación comienzan a desestabilizarse.
Es verdad que si la crisis les queda grande a los 'estadistas', agregarle otro componente los podría enloquecer. Pedirles que, además, consideren el hambre es pedirles lo imposible porque el hambre es producto de sus políticas y no de la supuesta indolencia de quienes la padecen. Un ejemplo: si Estados Unidos dejara de subsidiar su algodón y su maíz, centenares de miles de personas podrían acceder a una vida digna y algunos de los 80 niños que mencionamos al inicio de esta columna conservarían su vida. Solo eso.
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